Recientemente el Tribunal Supremo Electoral propuso un pacto de no agresión a los partidos políticos con miras a la próxima contienda electoral a realizarse el próximo año, inicialmente la propuesta parece que los tomó por sorpresa y lo vieron de reojo pero ninguno quiso arriesgarse a emitir opiniones hasta analizarlo detenidamente, y es que además lleva consigo otros aspectos que parece que no les gustó a los políticos y por ello estuvieron muy reservados en cuando a aceptarlo o no.
Intentos de esta naturaleza se han dado en el pasado, se han firmado pero no se han cumplido y las batallas por el poder se han dado como tradicionalmente suceden en Guatemala, los dimes y diretes no se hacen esperar acompañados de insultos, calumnias, desinformación y todo tipo de agresiones que generan confusión en los votantes que son convertidos en simples espectadores de las encarnizadas luchas por llegar a los puestos de poder.
Tomando en cuenta la tímida, por no decir nula, presión que el TSE ha realizado a los partidos políticos ante la campaña electoral anticipada no autorizada, no sería extraño que nuevamente este pacto vaya a ser ignorado por quienes ya están elaborando sus tácticas electorales.
No cabe duda de que el pastel de manejar el dinero del pueblo a su sabor y antojo sin el menor recato, llenando los bolsillos de las principales figuras de los partidos políticos, quienes pasan a ser una nueva élite de ricos de la noche a la mañana; constituye un motivo fundamental para echar a andar todo un mecanismo electorero del cual el mayor damnificado es el que paga con sus impuestos todo cuando es absorbido por esos delincuentes de cuello blanco.
Con pacto o sin él el evento electoral será desarrollado como siempre en una danza de millones de quetzales que "nadie" sabe de dónde salen, de adquisición de compromisos que deberán ser cumplidos al momento de asumir las funciones los "electos", será normal ver nuevamente los muertos como producto de la violencia política que esto genera, pero especialmente será normal que los votantes solo sean tomados en cuenta el día de las votaciones.
Bien dice el dicho, no importa quienes voten ni cuantos sean, lo que importa es quien cuenta los votos
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